Cuando uno piensa en pasta de dientes, creo que lo primero que le viene a la mente es la idea de encontrar una buena pasta de dientes blanqueadora que te deje los dientes blancos como la nieve y más si eres fan del café, el vino y los refrescos de cola. 

La gran mayoría las pastas de dientes blanqueadoras, blanquear no blanquean (no pueden eliminar manchas intrínsecas o de coloración) pero si son lo bastante abrasivas como para arañar la superficie del esmalte de los dientes mientras eliminan manchas superficiales, y mejor no hablamos de los blanqueamientos en centros médicos con láser o luz pulsada, ya que en mi caso ambas situaciones derivaron  en  la aparición de  sensibilidad dental.

Para quien nunca la ha sufrido molestias al comer o beber eso no parece gran cosa, pero cuando se tiene (como es mi caso) hipersensibilidad dental empiezas a fijarte mucho en lo que comes, bebes y sobre todo evitas cualquier cosa que te pueda producir una sensación dolorosa. Comidas o bebidas muy frías o muy calientes, alimentos ácidos (kiwis, fresas...) o dulces provocan en muchos casos un latigazo de dolor intenso y agudo que dura unos segundos pero que puede hacerte saltar de la silla. 

Quizás penséis que exagero, pero hace unos meses me extrajeron una muela de la arcada dental inferior, que en apariencia estaba perfectamente sana, porque el dolor que sentía en ella era tan grande que no podía masticar ni una miga de pan.  

Dada mi situación, no puedo usar dentífricos de cualquier tipo (las pastas blanqueadoras ni verlas) sólo me queda ceñirme a los productos específicos contra la sensibilidad dental que me recomienda mi dentista, con lo que no suelo sentir dolor ya que no me salto las reglas. Si alguna vez lo hago, noto las consecuencias y me toca utilizar un gel bioadhesivo que neutraliza el dolor y a los dos días ya no tengo molestias. 

Como sabéis, tengo gusto por lo natural, quizás porque observo que los cambios que he introducido en la alimentación, la cosmética e incluso en el ámbito del hogar (muebles, utensilios de cocina, decoración...) han mejorado mucho nuestras vidas pero el tema de los dientes aún no lo había tocado. 

En mis primeros post os hablé de la sensibilidad dental y de los productos que utilizo diariamente para mi higiene bucal, pero como algunos de ellos contienen ciertos ingredientes que no me gustan pensé que podía probar con un dentífrico especifico para dientes sensibles pero natural. 

Buscaba una pasta de dientes ecológica, pero como no sabía mucho sobre marcas de dentífricos naturales estuve leyendo opiniones en distintas webs de productos eco. Después de dar muchas vueltas, me decidí por la marca Dr. Hauschka que tiene muy buenas opiniones entre quienes utilizan sus cremas faciales y productos de cosmética en general y no sé si es que yo esperaba mucho pero desde ya os digo que ha sido una tremenda decepción.



Técnicamente la pasta del Dr. Hauschka está indicada para dientes sensibles y con el cuello dental frágil. Contiene hamamelis para reforzar la mucosa bucal, agua salina del manantial de Bad Dürrenberg como primer ingrediente (lo que le aporta un sabor salado que no me resulta desagradable porque es relativamente suave) limón, pomelo, lentisco (que junto al hamamelis le da un cierto sabor a hierbas y a zumo), esfango (que es una variedad de musgo) y arcilla. 
Tiene el sello NaTrue que garantiza que el producto ha sido fabricado con ingredientes totalmente naturales y ecológicos y es apto para veganos. 

Hace unas semanas compré una buena cantidad de productos de la marca Lavera casi por casualidad. En principio, buscaba un champú porque estaba terminando uno de la marca de Urtekram y confieso que no me ha gustado tanto como esperaba (os hablaré de él próximamente y desde luego tengo claro que no repetiré) así que buscando un champú natural me encontré con esta marca que no había probado y que tenía muy buen precio porque estaba de oferta.

Ya puestos, compré champús, acondicionadores, spray de volumen y maquillaje (mis pinitos con el maquillaje natural no podían haber empezado mejor ) y para no hacer esta entrada eterna, en la próxima os hablaré del maquillaje que estoy probando.

De momento, hoy toca hablaros del champú y el acondicionador protector de color con mango y el spray de tratamiento con naranja. 

Hace unas semanas, mientras preparaba el post sobre la Sensibilidad Química Múltiple, descubrí con horror los tóxicos que se encuentran en los productos de higiene femenina. 

Jamás pude imaginar cuando me planteé ese articulo lo beneficioso que sería para mi y los míos tener toda esa información que aún hoy estoy procesando. Intentaré resumir al máximo todo lo que he descubierto y después os dejaré opinar, ya que eso es lo que enriquece este rincón.

Todo empezó cuando descubrí que los productos de higiene femenina (tampones, compresas, salvaslips) se blanquean con cloro y dioxin.

Hace unos días, en un juego, una amiga me preguntaba por mis 10 imprescindibles para una isla desierta. Siempre pensé que si tenía que elegir algo para el rostro lógicamente sería una crema de día pero cuando de mis labios salió la palabra sérum, confieso que hasta yo me quedé pensándolo. 

Que una crema facial de día es un básico no creo que le sorprenda a nadie, pero personalmente hay días que puedo pasar perfectamente sin la crema, lo que no puedo decir de mi sérum.

Creo que es bien sabida la diferencia entre un sérum y una crema facial, pero por si hay alguna duda, básicamente en un sérum la concentración de principios activos es mucho mayor que en una crema, éstos son más potentes y tienen mayor poder de penetración para llegar a las capas más profundas de la piel gracias a una textura ligera que facilita su rápida absorción.

¿Eso significa que puedo pasar completamente de la crema y quedarme sólo con el sérum y ahorrarme esta pasta? Pues en principio, no. Evidentemente no todas las pieles son iguales y unas necesitan más hidratación que otras pero una buena crema facial aportará nutrientes e hidratación a las capas más superficiales de la piel,  impedirá la perdida de agua y favorecerá su protección frente a otras agresiones externas.

También debemos recordar que el mejor momento para aplicar sérums suele ser la noche y en caso de hacerlo durante el día, éstos no contienen filtros solares así que no hay que olvidarse de buscar un buen protector según nuestras necesidades, que aunque el índice de radiación ultravioleta es más bajo en invierno que en verano, la radiación no es inexistente. 

Los tipos de sérums que hay en el mercado son considerables, para mejorar la elasticidad y firmeza de la piel, eliminar manchas, aportar luminosidad y frescura, reducir el exceso de grasa y minimizar poros, hidratar y tonificar, etc.

En mi caso particular soy muy fan de los sérums con vitamina C (que iluminan el rostro y dan un aspecto fresco y saludable) y para la noche me encantan los sérums que me ayudan a controlar la zona T y secar granitos. Alguna vez os he comentado que en ciertos días del mes, me salen unos granitos (este mes han sido tres, dos a un lado y uno al otro) con muy mala baba y que duelen un montón. Uno me ha salido bien pegado al hueso del mentón y los otros dos en el cuello. 

Vienen a verme con el cambio hormonal de turno y luego se marchan para no volver hasta el mes siguiente, pero me da una rabia verlos ahí. 

Este sérum de Romero y Limón es especial para controlar ese exceso de grasa en zonas puntuales y seca muy bien a esos granitos que me amargan la existencia ;-p

Con retraso (porque yo si tenía puente y es bueno pasar tiempo con la familia) os traigo una entrada que hacía tiempo que se resistía. Últimamente me cuesta terminar cosas y comprar nuevos potingues con los que experimentar (y gastar muchas muestrecitas)  tampoco ayuda ;-p

Os enseño mis acabados, de los que nunca os he hablado y os cuento mi opinión. Adelanto que alguno debería haber salido en la sección de decepciones, pero es que me cuesta catalogar un producto como malo ya que puede que lo que a mi no me sirva a otra persona le siente muy bien.